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Poco después que España logró su unidad y empezó la
conquista indiana que la transformaría en la mayor potencia del mundo, a
principios del siglo XVI, desde Inglaterra, se lanzó contra ella y los
españoles una interminable campaña de odio, calumnias y falsedades, forjándose
así una deleznable caricatura de España y su pueblo, de la monarquía, la
Iglesia y la Inquisición, su religiosidad, cultura, hábitos, etc. Esta leyenda
Negra, impulsada por sus enemigos, sigue vigente, lina pretensa historia llena
de aseveraciones sin respaldo alguno se impuso como verdad revelada, cobrando
nuevo impulso en el V Centenario del Descubrimiento y el Edicto de Expulsión de
los judíos públicos. De este modo, la historia de España y de las Indias ha
sido reemplazada por una ficción literaria: la Leyenda Negra.
Los judíos conversos han tenido singular protagonismo en el
proceso histórico indiano, cuya ignorancia torna a éste incomprensible. Ahora
bien, para su completa intelección es menester aprehender el fenómeno marrano.
En tal sentido, el tratamiento sistemático de este problema, que comenzó en la
península después de la guerra civil, adoleció de una orientación unilateral
marcadamente favorable al judaismo y justificativa del criptojudaísmo, lo cual
afectó seriamente su objetividad, al margen de las críticas de ciertos autores
hacia el comportamiento de los cristianos nuevos en sus actividades económicas
y financieras. Sucede otro tanto en los escritos de temas indianos y, por otra
parte, ni siquiera existe un estudio de conjunto relacionado con la presencia
de los cristianos nuevos en las Indias.
Si bien Francisco Giménez Fernández en su meritorio
Bartolomé de las Casas realizó una crítica profunda de la actuación de los
conversos en las Indias, se circunscribe al período inicial y trata
parcialmente el tema, la Leyenda Negra sigue predominando en la historiografía,
pero detrás de ella se encuentra la historia real de los conversos en las
Indias.
Esta es la que aborda el autor de manera sucinta, pero en
sus variadas y complejas facetas que exceden el marco indiano, valiéndose de
una copiosa documentación proveniente de fuentes inobjetables.
En esta obra enjundiosa Rivanera Carles dilucida quiénes
fueron los verdaderos responsables de la expoliación de las Indias, la
desintegración del Imperio Hispánico y el sometimiento bicentenario de
Hispanoamérica. No puede dejar de leerse.
ÍNDICE
Preliminar
07
I PARTE
EL CRIPTOJUDAÍSMO. SU NATURALEZA E IMPORTANCIA HISTÓRICA
El marranismo. Del judaísmo público al judaísmo secreto 13
Poderío e influencia de los conversos 23
Los Estatutos de Limpieza de Sangre 47
II PARTE
LA HEGEMONÍA CONVERSA EN LAS INDIAS
Los conversos, Colón y las Indias 69
Los conversos en el gobierno de las Indias durante la
Regencia fernandina 77
Masiva emigración subrepticia de cristianos nuevos a las
Indias 101
Monopolio converso del trato indiano legal e ilegal 117
Los conversos y el tráfico legal de esclavos negros 127
III PARTE
LOS CONVERSOS INDIANOS Y LA GUERRA INTERNACIONAL DEL
MARRANISMO CONTRA ESPAÑA
La Internacional marrana contra el Imperio Hispánico 151
Conjuras y planes para establecer un Estado judío en las
Indias 171
Las Complicidades Grandes de Lima, México y Cartagena 171
El proyecto de Simón de Cáceres para la conquista de
Chile 189
La destrucción del Imperio y el sometimiento de
Hispanoamérica 197
Reflexiones finales
207
Bibliografía
211
PROEMIO
Poco después que España logró su unidad y empezó la
conquista indiana que la transformaría en la mayor potencia del mundo, a
principios del siglo XVI, desde Inglaterra, se lanzó contra ella y su pueblo
una interminable campaña de odio, calumnias y falsedades, forjándose así una
deleznable caricatura de España y de los españoles, de la monarquía, la Iglesia
y la Inquisición, su religiosidad, cultura, hábitos, etc. Esta Leyenda Negra,
instigada por sus enemigos, sigue vigente. Una pretensa historia llena de
aseveraciones sin respaldo alguno se impuso como verdad revelada, cobrando
nuevo impulso en el V Centenario del Descubrimiento y el Edicto de Expulsión de
los judíos públicos. De este modo, la historia de España y de las Indias ha
sido reemplazada por una ficción literaria: la Leyenda Negra.
Los judíos conversos han tenido singular protagonismo en el
proceso histórico indiano, cuya ignorancia torna a éste incomprensible. Ahora
bien, para su completa intelección es menester aprehender el fenómeno marrano.
En tal sentido, el tratamiento sistemático de este problema, que comenzó en la
península después de la guerra civil, adoleció de una orientación unilateral
marcadamente favorable al judaísmo y justificativa del criptojudaísmo (1), lo
cual afectó seriamente su objetividad, al margen de las críticas de ciertos
autores hacia el comportamiento de los cristianos nuevos en sus actividades
económicas y financieras. En consecuencia, aunque se han publicado excelentes
trabajos sobre diversos aspectos de la cuestión, no se extraen las conclusiones
resultantes, a veces imputable a una concepción errónea del judaísmo y, por
tanto, del marranismo, sus razones y metas, pero, generalmente, más allá de esa
limitación, las tergiversaciones son deliberadas y atribuibles a pusilanimidad
y espíritu acomodaticio. Si bien algunos investigadores judíos realizaron
valiosos aportes, tal el caso de Albert Sicroff acerca de los estatutos de
limpieza de sangre, concluyen, es lógico, en un panegírico de sus conraciales y
diatribas contra los adversarios, el Santo Oficio y la España imperial. Sucede
otro tanto en los escritos de temas indianos y, por otra parte, ni siquiera
existe un estudio de conjunto relacionado con la presencia de los cristianos
nuevos en las Indias. Como puede advertirse, en estos tiempos son muy escasos los
historiadores genuinos, a pesar de que existen sobresalientes estudiosos.
En Bartolomé de las Casas (2 vols., 1953-1960) Francisco
Giménez Fernández realizó una crítica profunda de la actuación de los conversos
en las Indias, pero se circunscribe al período inicial y fundamentalmente a la
relación con los indígenas. Sin embargo, esta investigación pionera,
escrupolosamente documentada -en parte con material inédito-, constituye un
texto imprescindible, pese a que también muestra un deficiente conocimiento del
problema marrano.
La Leyenda Negra sigue predominando en la historiografía,
pero detrás de ella se encuentra la historia real de los conversos en las
Indias. Esta es la que abordaré de manera sucinta, pero en sus variadas y
complejas facetas que exceden el marco indiano, respaldada en una copiosa
documentación proveniente sólo de fuentes judías y projudías (2). Esto me ha
posibilitado dilucidar quiénes fueron los verdaderos responsables de la
explotación de los indios, el contrabando, el tráfico de negros, etc., así como
de la desintegración del Imperio Hispánico y el sometimiento bicentenario de
Hispanoamérica.
El presente escrito es una refundición parcial de mi libro
Los conversos. Estimé pertinente hacerlo ante la necesidad de disponer de un
texto exclusivamente referido a la actuación de los cristianos nuevos en las
Indias, ya que en el mismo esto se encuentra distribuido de otro modo, puesto
que trata el tema en general. Respondo así a las solicitudes que, desde la
aparición de la obra de marras, me hicieran llegar lectores interesados y, así
también, incorporo nuevos datos, parte de los cuales omití entonces para no
demorar la publicación de aquélla, ya que el cúmulo de documentación que obtuve
luego de finalizarla, en enero de 1990, habría hecho necesaria su completa
reelaboración, según expliqué en el prólogo. Entre el material adicionado se
destaca el importante tema del comercio legal de esclavos negros, y los
alzamientos secesionistas del siglo XVI -muy sumariamente reseñados-, que
prefiguran los independentistas de tres centurias más tarde.
Federico Rivanera Carlés
Ciudad de la Trinidad (Buenos Aires) (3), 2 de diciembre de
2011.
NOTAS:
1.- Excepto algunas obras de sacerdotes católicos que
enfocaron sólo el ángulo religioso
2.- La grafía de los documentos antiguos ha sido
actualizada.
3.- Erróneamente suele llamarse a esta ciudad Santa María
del Buen Aire, nombre de la primera fundación. Juan de Garay la bautizó
"Ciudad de la Trinidad, puerto de Santa María de Buenos Aires", que
por su extensión en los documentos oficiales, a partir del gobierno de Felipe
II, abrevióse en "Ciudad de la Trinidad, puerto de Buenos Aires". El
nombre nunca se modificó, pero fue deliberadamente abandonado por el marranismo
dominante, en razón de que el trinitarismo es el dogma antijudío por
excelencia. Esto ha permitido que a sus habitantes se los denomine impropiamente
porteños y no trinitarios.
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