viernes, 17 de marzo de 2017

LA FRANCIA JUDÍA EDUARDO DRUMONT

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 "La Francia Judía", editado en 1888 por el escritor y periodista francés Eduard Drumont, fue uno de los libros más polémicos de Francia. Aunque muchos de sus relatos se circunscriben a episodios del siglo XIX,s retrata el pensamiento católico de derecha francés y los poderes ocultos tras bastidores en la política de Francia.
Drumont recarga las tintas sobre la culpabilidad del capital y de la influencia de los judíos en los problemas nacionales franceses de aquella época, sobre todo del imperio de la familia Rothschild, dueño de una parte importante de la riqueza francesa, riqueza que "no los tenía cuando se presentó entre nosotros. Ella no hizo invento alguno, no descubrió minas, no ha trabajado tierras; luego ha sacado de los franceses estos tres mil millones sin darles nada a cambio". "Esto es lo que caracteriza la conquista: todo un pueblo trabajando para otro, que se apropia por un vasto sistema de explotación rentísticas el beneficio del trabajo ajeno."
De la misma forma advierte a los agricultores que el explotador usurero: "juega en la Bolsa con el fruto de vuestros trabajos, y llega finalmente a monopolizar vuestros trigos disponibles; hace el alta o baja del precio según su interés, y como su interés de momento consiste en la baja, os precipita el curso del trigo cuatro francos por quintal, precisamente en el momento en que vosotros tendríais necesidad de vender y de pagar."
Denuncia, en suma, como este poder financiero extranjero corrompe los valores morales poniendo en primer lugar la búsqueda de dinero, "el dinero al cual el mundo cristiano no daba más que una importancia secundaria y no señalaba sino un papel subalterno, ha venido a ser todopoderoso. El poder capitalista, un contrato en unas cuantas manos, gobierna a su voluntad toda la vida económica de los pueblos, tiene las riendas del trabajo y se engorda con ganancias inicuas adquiridas sin trabajo". "La antigua Francia se ha disuelto y descompuesto, como a este pueblo, desinteresado, feliz, amante, se ha sustituido por un pueblo vengativo, afamando de oro y muy pronto muriéndose de hambre."
Su libro no pudo sino causar revuela y ganarse todo tipo de ataques, pero Drumont responde reedición tras reedición intentado hacer notar que lo que ha dicho se ha cumplido puntualmente y nadie intenta siquiera refutarlo pues lo único que hacen es llevar el debate fuera de su verdadero terreno. "Habiendo demostrado con qué medios odiosos y viles, con qué cínicos golpes de Bolsa, con qué escandaloso agiotaje se había labrado esas fabulosas fortunas que serían bastantes para hacer vivir a cien mil familias" el debate es llevado a otros planos y se intenta prohibir su libro mientras cualquiera puede acceder a novelas o relatos con todo tipo de perversiones y ataques a las costumbres nacionales. A ello Drumont se pregunta “¿Por qué, pues, si los Hachette tienen derecho de escoger, dan la preferencia al libro que corrompe y prohíben el que discute? ¿Por qué admiten basura y proscriben la idea?".

La irracional prohibición de libros siempre será un sinsentido y un fortalecimiento de los proscriptos, y por eso, aunque el libro de Drumont no guste, no sea de valor o se encuentre desfasado, siempre serán bienvenidas las reediciones de libros prohibidos como este, al menos para poder indagar también la otra parte de la historia o visiones alternativas.

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