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PREFACIO
Este
libro es un resumen de la obra básica, mucho más extensa, del mismo autor que
será publicada próximamente. Trata sobre los crímenes nacionalsocialistas y sus
consecuencias.
De
todos los crímenes nacionalsocialistas, el genocidio de los judíos, el
«holocausto», es el que produjo el mayor impacto en la conciencia de la
humanidad. Para la generación actual resulta incomprensible que, a la sazón, el
mundo entero haya guardado silencio aun al percibir lo que pasaba y se hiciera
así cómplice del crimen.
La
dimensión real de estas atrocidades sólo quedó revelada a través de los juicios
por crímenes de guerra.
Los
testimonios de los testigos y las confesiones de los perpetradores pusieron en
descubierto un escenario del horror que ha sacudido a la humanidad. Los hechos
comprobados por las indagaciones judiciales y el examen de pruebas eran tan
elocuentes que los tribunales alemanes rechazan hoy día categóricamente toda
proposición de prueba por la no existencia de cámaras de gas, dada la
«notoriedad del estado de cosas».
El
holocausto marcó moral y políticamente la época de posguerra; se lo incluye en
todos los textos escolares como un hecho inamovible. Millones de personas
peregrinan hacia los lugares conmemorativos (Auschwitz, Dachau, etc.), para
manifestar su consternación.
Sin
embargo, una y otra vez surgen voces que expresan dudas acerca de la
presentación oficial de la historia y cuestionan la confiabilidad de las
fuentes utilizadas.
¿Podría
ser que haya habido cosas que pasaron inadvertidas en cuanto al holocausto?
¿Sería posible que aquéllos que hasta ahora
se
habían ocupado de esta temática, se hayan dejado influir por la aparente
«notoriedad del estado de cosas», hasta tal punto que desistieron de verificar
algo que ya había quedado fijado en los libros de historia en forma terminante
y obligatoria por siempre jamás?
En
resumidas cuentas, ¿es aún posible tener dudas? ¿Serían acaso una afrenta al
sentido común de la gente?
Sobre
la base de las «innumerables pruebas», debería de ser fácil refutar los
argumentos de los que dudan.
¿Por
qué se teme como el diablo el agua bendita un debate público sobre el
holocausto con los revisionistas?
Ciertos
Estados promulgaron leyes especiales para restringir la libre expresión tan
sólo con respecto al holocausto. ¿Debería, acaso, la mordaza reemplazar la
falta de argumentos? ¿Quién podría estar interesado en convertir en tabú el
holocausto —como único hecho histórico— y sustraerlo a una crítica
investigación histórica?
Acaso,
¿no notamos que existen episodios históricos que son apreciados sólo después de
décadas, a veces sólo después de siglos, con la indispensable distancia
emocional y con la adecuada escrupulosidad científica? Ejemplos no faltan. Tan
sólo en las últimas décadas, la parte romántica de la fundación de la Confederación
Helvética, que nos narraba el ataque a las fortalezas feudales y la expulsión
de los tiranos, se remitió al reino de las leyendas. Hoy sabemos que la hasta
entonces válida exposición tenía el propósito de crear un mito nacional por
medio de una «indoctrinación político-nacional».
Gracias
a un minucioso estudio de las fuentes, también se ha logrado ver la historia
reciente desde un nuevo enfoque.
Generales
como GUISAN y WILLE, consejales federales como PILEZ-GOLAZ se vuelven a
analizar. La investigación histórica obliga a un continuo análisis («revisión»)
del concepto de la historia. A partir de los diarios de Goebbels sabemos que el
Reichstag (Parlamento alemán) fue incendiado por van der Lubbe solo. Por el
asesinato en masa de 4000 oficiales polacos en Katyn (1940) habían sido
culpados los nazis; hoy está comprobado que Stalin fue quien lo ordenó.
No
hay tema en la historia que no pueda discutirse abiertamente __¡excepto el
holocausto!
¿Qué
hubiera sido si se hubiese prohibido, so severa pena, toda investigación
ulterior y discusión pública referente a todas las personas y acontecimientos
históricos anteriormente mencionados? ¿Cuán serios pueden ser los tratados de
historia si «trabajos historiográficos» negligentes o tendenciosos de la
primera hora son adoptados en forma irreflexiva por generaciones de
historiadores posteriores, copiándose y citándose simplemente lo ya publicado?
¿Qué puede esperarse de historiadores que por «razones de pedagogía social»
pretenden escatimar al público nuevos conocimientos, porque la versión conocida
hasta la fecha, que no responde a la verdad, sustenta mejor la tambaleante
estructura del edificio ideológico? ¿Modelamiento de la historia para mantener
una determinada visión política del mundo?
El
autor de este libro no es un historiador académico; sólo ha recopilado material
existente de las fuentes —especialmente los testimonios de testigos oculares—,
llegando de esta manera a resultados unívocos.
Los
testimonios absurdos de los testigos se contradicen con las leyes de la
naturaleza y la lógica humana. Si se da crédito a las exposiciones de los
testigos oculares, en el holocausto se trataría de un MILAGRO, pues las leyes
de la física, la química y de la técnica quedarían anuladas.
¿Se
pretenderá ahora convertir este «milagro» en dogma, sustrayéndolo a toda
critica?
En
el anteproyecto a la «ley antirracismo», que el Consejo Federal suizo presentó
al Parlamento, ¡se penaliza toda crítica referente a la veracidad del
holocausto con multa o prisión!
¿Se
quiere censurar nuestros pensamientos y perseguir a disidentes por su «opinión
equivocada»? ¿Queremos establecer una inquisición para la caza de herejes,
imitando a los fundamentalistas islámicos que han fijado una recompensa por la
cabeza de Salman Rushdie? ¡Orwell los saluda!
Lea
críticamente este libro bien documentado para que pueda formarse una opinión
propia.
Si
tiene preguntas o comentarios, escriba al autor; él se alegrará por un diálogo
constructivo.
Navidad
de 1992 Artur Karl Vogt
El
25 de septiembre de 1994 tuvo lugar un referéndum para todos los ciudadanos de
nacionalidad suiza, en pronunciamiento popular acerca de la modificación del 18
de junio de 1993 del Código penal suizo y del Código penal militar (prohibición
de la discriminación racial).
A
raíz del resultado convalidado del plebiscito (54,65 % a favor y 45,35 en
contra, con una participación del 45,90 %), este libro ya no puede editarse ni
comercializarse en Suiza. (N.d.T.)
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